lunes, 25 de junio de 2012

La crisis, la salvación


Con el presente artículo quiero dar mi opinión sobre las consecuencias positivas de una crisis como la actual. Que el agua sube y cada vez se acerca más a la punta de la nariz, zona hasta la que está media población, es algo notorio. Que nuestros políticos, ya sean pájaros a medio vuelo o flores marchitas, no son buenos gestores es algo que no se le escapa a nadie. Que hemos vivido, en algunos casos, por encima de nuestras posibilidades es una realidad palpable pero al igual que en el caso de crisis anteriores, se ha salido y lo que hay que hacer es aprender de ellas y salir más reforzado.

Como mi intención no es la de sumergir al lector en un profundo pozo de amargura voy a dar algunos datos de cosas que pienso que están haciendo bien. Una de ellas es la exportación. Pese a  que ha habido muchas empresas que se han sumado al carro de la exportación a última hora “más vale tarde que nunca” como apunta el refrán. El saldo de la balanza comercial mejora año tras año; sí, ya sé que en parte es debido al menor volumen importado pero también es cierto que el incremento de las exportaciones condiciona esto de forma bastante positiva. En el siguiente cuadro se puede observar cómo han variado éstas desde el inicio de la crisis:

Fuente: Bases de datos de Comercio Exterior Cámaras.
Elaboración Propia



Por poner un par de objeciones, diría que la exportación -en según qué sectores-  crece en  volumen más que en valor, lo que se traduce en menores precios medios. No obstante, esto puede verse como una situación normal dado que en el momento actual las empresas que no dominan los canales pueden ver como sus márgenes disminuyen. Además, si comercializar más permite alcanzar el máximo de capacidad productiva y salvar así el mayor número de empleos posibles, pues mejor que mejor. Otro aspecto manifiestamente mejorable es la diversificación de nuestra cartera de clientes, demasiado concentrada en nuestros socios europeos.

El 99,88% de las empresas que hay en España son PYMES según el último estudio del Directorio Central de Empresas, lo que refleja que las empresas que conforman nuestro tejido industrial son pequeñas -como muchos de vosotros ya sabéis. Como consecuencia de esto, acceder a nuevos mercados resulta difícil en términos económicos para un número considerable de empresas. Ante esta situación caben dos posibilidades: a) no salgo al exterior o no penetro en nuevos mercados, actitud otrora más habitual. b) estudio qué alternativas resultan viables para  la consecución de mis objetivos.

Los que se decantan por la segunda opción suelen utilizar el Consorcio de exportación que consiste en una alianza estratégica a medio-largo plazo de varias empresas, ya sea complementarias o competidoras en mercados locales, que aúnan sus fuerzas para introducirse en nuevos mercados. Otra forma de conseguirlo puede ser externalizando una actividad que a pesar de ser estratégica, no dominan, como es el caso de la exportación. He tenido la oportunidad de observar ambos casos en el sector vitivinícola, en el que hay bodegueros que tienen un tamaño mediano pero que la caída de la demanda interna obliga a salir al exterior y que se encuentran con el obstáculo de no tener los conocimientos y/o herramientas para triunfar en los mercados foráneos, a pesar de que la calidad de sus caldos sea una hable por sí sola.

Es por ello que me gustaría concluir, animando a los que dan sus primeros pasos en la internacionalización a que sigan por ese camino que si bien a corto plazo no da los frutos esperados a largo puede resultar una porcentaje alto de sus ingresos. Buena internacionalización.


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